En su tercer ciclo en el club, Américo Gallego no pudo cumplir con las expectativas y se fue del club sin gloria. Si bien en sus dos primeras etapas logró grandes campañas -el Apertura 2002 en su primera y una temporada de sesenta y ocho puntos en la segunda- ahora no estuvo a la altura de las circunstancias.
Los números del Tolo reflejan que, en veintiocho partidos dirigidos entre torneos locales y Copa Sudamericana, sólo consiguió siete victorias -dos de ellas en el torneo continental- diez empates y once derrotas. En cuanto a la cuota goleadora, los veintinueve tantos a favor reflejan el pobre presente de los atacantes. En contra, su equipo recibió treinta y cinco goles.
En total, su promedio de efectividad en este tercer capítulo fue sólo del treinta y siete por ciento, muy por debajo de lo que consiguió a lo largo de su carrera y en sus dos ciclos previos en Independiente. Esta vez, no supo como solucionar esta situación en la que está inmersa el Rojo.
Si bien al ser el técnico es el principal responsable, este pobre presente tiene más que ver con los bajos niveles de los jugadores y la tensión y presión que se vive en Avellaneda. El Tolo, acostumbrado a pelear campeonatos, ser ofensivo y ganar, no supo como sacar los puntos necesarios para salir de la zona del descenso.